De la estación "monumento" a la estación "emblemática"

Situada en la cima de la meseta de  Longboyau, la estación de  Villejuif IGR, con sus más de 50 metros de profundidad que separan la ciudad de los andenes de la línea roja, será sin ninguna duda una de las infraestructuras de transporte más profundas de Francia. Además, será capaz de asegurar en superficie la intermodalidad de diversos medios de transporte y la convivencia de sus distintas velocidades mediante el sistema urbano proyectado. Va a constituir una estación emblemática de la red de transporte del Gran París, tanto por su papel como infraestructura en el desarrollo del territorio, como por las posibilidades de interconexiones que asegura entre las dos futuras líneas de la red de transporte. La futura estación se explica por su capacidad de poner en relación, de unir de federar. "Emblemática" no es aquí necesariamente sinónimo de ser demostrativamente formal o de expresar la excentricidad del diseño. La arquitectura confunde y mezcla el dentro y el fuera, la dimensión de infraestructura y la dimensión urbana. La estación prolonga los usos y las vistas entre el abajo y el arriba. La estación de Villejuif IGR no es una boca de metro, ni una estación monumento, a imagen de las grandes estaciones del siglo XIX, reconocibles por su fachada principal que marca con severidad la ruptura con el espacio público. Es una estación generosa, que se ensancha, se abre y se infiltra en el territorio para movilizar los elementos disponibles a su alrededor. Esta "arquitectónica de la relación" permite reconciliar las dinámicas verticales de acceso a la red de transporte con los movimientos horizontales de la ciudad. El proyecto desarrollado es un proyecto de interfaz que transgrede la frontalidad tradicional de la arquitectura en favor de trabajar el umbral entre el espacio abierto y el espacio cerrado, confundiendo los límites de la ciudad con la estación. La arquitectura no se opone a la ciudad; no se enfrenta a ella, ni con una fachada , ni con un muro.